Ser mujer en la Ciudad de México
La lucha por el reconocimiento de los derechos humanos ha sido clara, desde la instalación misma del concepto de Derechos Humanos; así, no pocas mujeres sacrificaron su vida en pos de esta conquista. Resulta por lo tanto, difícil de comprender que a más de 60 años de instalada la Carta de los Derechos Humanos en las Naciones Unidas, todavía hoy, los derechos de las mujeres se encuentren en disputa y sigan costando la vida de muchas.
Para quienes vivimos en la Ciudad de México, la escucha a la denuncia y demanda que las organizaciones sociales han realizado, por lo menos en los últimos treinta años ha empezado a dar respuestas. Pero no es lo mismo para las mujeres del resto del país. Efectivamente, basta con cruzar una calle, para quienes viven el Estado de México, para darse cuenta de que sus derechos reproductivos son violados, a pesar de los compromisos internacionales que nuestro gobierno ha firmado.
En ese sentido, las organizaciones feministas de la Ciudad de México se han dado a la tarea de difundir los derechos conquistados para que quienes viven aquí puedan demandarlos y ejercerlos; pero no sólo eso, se han dado a la tarea de apoyar el que estos derechos sean conquistado también en otros Estados y, cuando no es así, sino que se violentan las posibilidades para su ejercicio, se arropen en las instituciones de la Ciudad de México para conseguirlo.
La interrupción del embarazo es una decisión difícil, a la que mujeres y hombres se enfrentan, la mayoría de las veces sin los recursos básicos, para tomar una decisión en las mejores condiciones. No obstante, cada vez más mujeres y hombres, están claros de las responsabilidades que un embarazo implica y por lo menos esta condición favorece el que las mujeres puedan dimensionar su condición y tomar la decisión sobre lo que realmente quieren, sin malograr su proyecto de vida, ni las condiciones de vida que esos posibles futuros seres habrán de enfrentar. Los servicios que alrededor de la interrupción del embarazo se prestan requieren así del acompañamiento que posibilite una decisión tranquila, que les permita conocer de todas sus opciones, sin coerción, violencia o discriminación, y les garantice las mejores condiciones para el aseguramiento de su salud y de su desarrollo pleno.
Así, para mi, formar parte de quienes apoyan el Fondo MARIA resulta un compromiso ineludible, para que las más mujeres posibles, puedan disfrutar de este derecho y poder continuar su proyecto de vida libre, de riesgo y con la mayor protección posible.