Ser madre no estaba en mis planes
Me encontraba en el segundo semestre de la carrera. Además de estudiar, trabajaba medio tiempo para poder continuar con mis estudios. Cada día que pasaba era muy difícil de enfrentar debido a la carga de trabajo que tenía.
Comencé a tener vómito por la mañana y pensé que era colitis por el estrés acumulado, sin embargo, mi cuerpo comenzaba a sentirse distinto, a cansarse demasiado e incluso, desconocía las sensaciones que en ese momento experimentaba. Decidí realizarme una prueba. El resultado fue positivo.
Intenté aparentar que me sentía bien, no quería que se me notara el embarazo porque estaba confundida. No era un buen momento en mi relación de pareja. No tenía claro qué iba a pasar y no podía dejar de pensar en las críticas y las miradas. Pero sobre todo, no dejaba de pensar en lo que tendría que dejar de hacer por encontrarme en esa situación.
Ser madre no estaba en mis planes en esos momentos. Cada vez me sentía peor al levantarme por la mañana. Platiqué con mi pareja y a los dos meses de embarazo decidimos que aún no estábamos preparados para ser padres. En ese momento, recordé que había escuchado sobre el Fondo MARIA y me puse en contacto.
Cuando contestaron mi solicitud de apoyo, planeamos la logística para realizar la interrupción. Estaba muy nerviosa e incluso confundida sobre lo que iba a hacer ya que los prejuicios morales siempre estuvieron en mi cabeza, pero de algo estaba convencida, me sentía dueña de mis decisiones, de mi cuerpo y de mis acciones.
El día de la interrupción, fui con mi pareja, el viaje se me hizo corto. Cuando llegué a la clínica pasé con las psicólogas de la clínica, que me explicaron paso a paso en lo que consistía la interrupción, además de mostrarme los instrumentos con los cuales se llevaría a cabo el proceso. Me hicieron exámenes de laboratorio, lo cual me tranquilizó y me hizo sentir bien porque me encontraba en manos de profesionales.
Con toda la información que recibí me sentí muy tranquila y mi angustia disminuyó pues mis dudas se disiparon y la atención recibida en la clínica fue realmente muy humanitaria, sin juicios ni prejuicios, con información clara y científica. Terminando los exámenes me pasaron a quirófano, donde estuvieron conmigo la psicóloga, un médico y una enfermera. Durante el tiempo que estuve en quirófano me preguntaron cómo me sentía, sentí confianza, ya que no dejaron de lado cómo me sentía y sobre todo mi salud. Todo el personal médico me inspiró gran confianza, dando paso a sentirme cómoda y asegurando la decisión que había tomado.
Sentí que el apoyo del Fondo MARIA no sólo fue económico, sino moral, social y comprometido.
Considero que actualmente estoy viviendo responsablemente mi sexualidad, tengo lo que he decido tener y aquello que aún no está en tiempo, he procurado esperar a que llegue su momento. Me resulta válido el empoderarse no sólo a través de la lectura, sino ir más allá hasta saber en carne propia lo que realmente es.
La decisión tomada en realidad no me costó mucho trabajo ya que creo firmemente en los derechos de las mujeres, y también que el describirse, saberse y vivirse como mujeres no tiene que ver con el hecho de tener que cumplir estrictamente las funciones biológicas o expectativas sociales que nos adjudican por considerarnos “inferiores” y sobre todo el pensamiento ideal de que una buena mujer es igual a ser madre.
En realidad, me hubiera gustado que las personas cercanas a mi supieran mi situación y la aceptaran sin juicio, ni prejuicio pero sé que eso sólo pasaría en mi ideal de vida, pues en la vida real es difícil luchar con la ideología de una masa.
No cambiaría nada de mi experiencia, ya que el vivirla de esta manera, me permitió vivir nuevas experiencias e incluso aprehender conocimientos, y sobre todo el re-pensarme como mujer y como persona, haciendo valer mis derechos.
Cada una sabrá lo que significa en realidad esa experiencia, abortar no te hace ni peor ni mejor persona, simplemente te hace sentir como una persona en un proceso de aprendizaje.