Apoyemos el poder transformador del Fondo MARIA

Cuando pienso en Fondo MARIA y todo el trabajo de estos 10 años de vida, lo imagino como una poderosa herramienta de transformación. Pero no es una herramienta común, en sí misma contiene muchas herramientas más porque sólo con una gran variedad de ellas se puede responder de forma integral a la compleja realidad que enfrentamos las mujeres cuando nos encontramos frente a un embarazo que no queremos o no podemos continuar.

 

El modelo de acompañamiento que busca el empoderamiento, el equipo de voluntarias que acuerpan a las mujeres en las clínicas y que acompañan a través de la línea telefónica y el correo electrónico, las enlaces en los estados, la red de donantes que ponen recursos para cubrir los abortos, los transportes, las medicinas, el hospedaje, etc., las alianzas con otras organizaciones, las campañas de comunicación, los materiales impresos, la página web con información sobre aborto seguro, son sólo algunas de las herramientas que integran al Fondo MARIA.

 

Como herramienta de transformación, el Fondo MARIA también se ha ido transformando, hoy no es el mismo que arrancó hace 10 años y estoy segura que seguirá fluyendo porque el ritmo lo ponen las personas a las que apoyamos y las necesidades que identificamos, ése es nuestro centro.

 

El trabajo de Fondo MARIA es sumamente valioso porque impacta en la vida de las personas, en sus sentimientos, en sus creencias, en sus vivencias y, por supuesto, en el rumbo que tomarán sus vidas. Resuena con fuerza en las personas que abortan pero también en quienes aportan desde sus propias trincheras a la causa, en las personas que acompañan y en quiénes trabajamos aquí.

 

La transformación que detona el Fondo MARIA se da a muchos niveles, la notamos en el día a día cuando el silencio se transforma en voz, una voz que al principio es bajita pero que toma fuerza conforme avanza la llamada, la notamos cuando las dudas se disipan con información veraz, cuando la indecisión se transforma en reconocimiento de las propias necesidades, cuando la desconfianza encuentra un espacio en el que se puede crear empatía, cuando el llanto y la voz quebrada se convierten en risa, cuando el temor se convierte en tranquilidad, cuando lo que parecía un mal día se ilumina con opciones.

 

La transformación también la vemos en el rostro que cambia inmediatamente después de abortar, cuando más allá del dolor el cuerpo es habitado por una suave sensación de tranquilidad, la tranquilidad que da el saberse viva y librada de aquello que parecía una cruel condena, la tranquilidad de tener una nueva oportunidad.

 

Nuestra apuesta es por un acompañamiento que transforme en ambas direcciones, no sólo a quién lo recibe sino también a quien lo brinda. El Fondo MARIA nos ha enseñado que las personas no estamos en canastas distintas. Es decir, yo que trabajo aquí puedo estar en la situación de abortar y, en otro momento, puedo acompañar a otras, puedo también enfrentar situaciones de vida que me requieran tomar decisiones importantes y puedo aprender de la valentía y la determinación de las otras. Cada generación de acompañantes ha estado llena de poderosas historias de transformación personal. A mí particularmente, trabajar en Fondo MARIA me hizo replantearme la vida y decidir una separación.

 

En el Fondo MARIA se han gestado amistades entrañables, redes de apoyo, nuevas formas de relacionarnos entre mujeres, espacios que contienen, celebran y sostienen, proyectos productivos que abonan al bienestar propio pero también al de otras mujeres, así que la transformación no sólo es en lo personal sino también va hacia lo colectivo.

 

Hace algún tiempo nos planteamos la tarea de saber si podíamos medir el impacto de nuestro modelo de acompañamiento en la vida de las personas que apoyamos. Más específicamente queríamos saber si nuestro trabajo aportaba para disminuir los sentimientos negativos que casi siempre están presentes en las primeras llamadas. A partir de ese momento nos embarcamos en la misión de comprender el estigma, revisar cómo se medía y cuestionar el impacto de esas escalas que muchas veces despersonalizan a quienes las responden.

 

Hoy después de dos años tenemos algunos resultados que son alentadores, pudimos ver que los sentimientos de culpa y aislamiento disminuyeron entre las personas que viajaron a la Ciudad de México para abortar con nuestro acompañamiento frente a quienes no lo tuvieron. También constatamos que las mujeres apoyadas por Fondo MARIA se involucran activamente desde sus espacios cotidianos en acciones que favorecen el ejercicio de los derechos reproductivos de otras.

 

Y es que para el Fondo MARIA no sólo se trata de que los abortos sean seguros médicamente, eso es lo mínimo. La tarea va más allá, nos merecemos más, nos merecemos poder decidir y vivir nuestras vidas de forma digna. ¡Larga vida al poder transformador del Fondo MARIA!

Autora: 
Sofia Garduño Huerta