La importancia de sentirme acompañada

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La importancia de sentirme acompañada

Cuando me embaracé tenía 19 años, no trabajaba, acababa de ingresar a la licenciatura en trabajo social, cursaba mi primer semestre y mi pareja era una persona de 29 años; claro que en la escuela comencé a conocer más personas, más cosas y mis expectativas cambiaron al igual que mis planes.

Debo decir que nunca me imaginé una familia con él, por muchas razones, estuvimos juntos cerca de mes y medio y cuando le dije que estaba embarazada dijo que me apoyaría y que estaría conmigo, y de esas dos cosas ninguna ocurrió. Le dije que yo no me sentía lista para tener un hijo, que quería seguir estudiando y no lo veía muy posible pues él no tenía un empleo y yo debería trabajar para poder hacer todo lo que quería. Y no es que me de miedo el trabajo porque he trabajado muchas veces y de muchas cosas, incluso de limpieza, pero en un segundo vi como todo se complicaba para mí.

El mismo día más tarde, me dijo que era imposible que me hubiera embarazado si habíamos tenido sexo dos veces, no puedo describir lo que sentí, sólo sé que me ofendí, me dio tristeza, rabia, un conjunto de sentimientos varios; poco a poco se fue ausentando. Cuando yo encontré una clínica que me pareció una buena opción ya sólo hablábamos por mensajes. Le dije el día, la hora y el lugar de la consulta a la cual nunca llegó. Cuando entre al consultorio había tres chicas con sus parejas, me hicieron un ultrasonido, me dieron una cita y salí casi llorando, me sentí tremendamente sola.

La cita fue dos días después y mi pareja no había respondido ninguno de mis mensajes, afortunadamente siempre he sido cercana con mi hermana y le platiqué la situación, ella me dio dinero para pagar todo lo necesario, pero no había quien me acompañara ya que ella no podía faltar al trabajo, ninguna de mis “amigas” pudo o quiso hacerlo y mi único recurso fue pedirle a mi mejor amigo que me acompañara, aunque yo ni siquiera quería que se enterara. Fue muy comprensivo, me acompañó a la clínica, me tranquilizo porque yo estaba muy nerviosa, me esperó con mucha paciencia, y al final no hizo ninguna pregunta, sólo estuvo ahí, platicando de otras cosas y haciendo planes para los días siguientes.

Unos días después mi ex pareja me busco en mi casa, traía un sobre con la mitad de lo que le había dicho que costaba el procedimiento, me lo dio como si nada hubiera pasado, como si con eso borrara todo lo que pasó, la angustia de no tener quien estuviera conmigo, la desilusión de su comportamiento, me dijo que era bueno saber que todo había salido bien y que hubiera sido bello tener un hijo conmigo, con toda la intención de hacerme sentir mal.

No me sentí mal, porque sé que esa fue la decisión correcta pero sobre todo porque tuve apoyo de dos personas muy importantes en mi vida, tener un hijo de una persona que no tenía interés en nada de la vida no iba a ser una buena decisión para nadie, pero menos para mí, porque hubiese dejado mi casa, mi escuela, mi vida tal como la conocía por vivir algo que no quería y que nunca estuvo en mis planes.

Sé que si mi amigo y mi hermana no me hubiesen apoyado, todo hubiese sido diferente, me afectó mucho estar sola la primera consulta hasta el punto de que salí del consultorio creyendo que estaba mal y dudando bastante, no sé cómo serían la cosas pero estoy segura que nada de lo que hago hoy me sería tan sencillo como lo es ahora.

Hoy colaboro con una asociación civil por los derechos humanos, doy talleres sobre derechos sexuales y reproductivos, estoy en el último año de universidad, aprendí a cuidar de mí y sé que puedo decidir y eso no está mal, y por esta razón decidí involucrarme para que cada vez menos chicas tengan embarazos no deseados.

Autora: 
Jessica. 22 años D.F.